domingo, 6 de noviembre de 2011

Igualdad de género

La mujer embarazada en el trabajo

     Derechos de la mujer embarazada en el trabajo
      La ley de contrato de trabajo protege a la mujer embarazada por medio de licencias por maternidad y otros derechos:

1)      Licencia pre y postparto.
      Está prohibido el trabajo de la mujer durante los 45 días anteriores al parto -cuya fecha surge del certificado médico y hasta 45 días posteriores; pudiendo reducirse la licencia preparto a 30 días, acumulándose los restantes a la licencia postparto.  En caso de nacimiento pretérmino se acumulará al descanso posterior todo el lapso de licencia que no se hubiere gozado antes, hasta completar los 90 días.
      Dentro de los “derechos de la mujer” en el trabajo, se considera que si la mujer trabajadora, debiera permanecer ausente del trabajo durante un lapso mayor a los 90 días de licencia legal, como consecuencia de una enfermedad originada en el embarazo o el parto y que la incapacitara para reanudar sus tareas, gozará de los beneficios previstos para accidentes y enfermedades inculpables.

2)      Conservación del empleo.
      Durante los períodos indicados de licencia la trabajadora conserva su empleo, gozando de las asignaciones por maternidad que le confiere el sistema de seguridad social, las que reemplazan al pago de la remuneración en dicho lapso.

3)      Estabilidad.
      Se garantiza a la trabajadora la estabilidad durante la gestación y a partir de la notificación del embarazo que le haga al empleador.
      En el caso de que la despidieran 7 1/2 meses antes del parto o 7 1/2 meses posteriores al parto se presumen que la despidieron “por causa de la maternidad” por lo que al pago de las indemnizaciones comunes por despido sin causa se le agregará otro pago especial equivalente a 1 año de remuneraciones.

4)      Descansos diarios por lactancia.
      La trabajadora madre de lactante puede disponer de 2 descansos diarios de 1/2 hora para amamantar a su hijo y por un período no superior a 1 año posterior al nacimiento, salvo recomendación médica al contrario.

5)      Estado de excedencia.
      La mujer trabajadora que tiene un hijo puede optar, también por rescindir el contrato (renunciar al empleo) y entonces tiene derecho a que el empleador le pague el 25% de lo que le correspondería en caso de despido por cada año de servicio (indemnización por antigüedad).
      O también puede prorrogar su reintegro al trabajo por un período de 6 meses (sin goce de sueldo); al final del cual se la reintegrará al trabajo o en caso de no ser admitida será indemnizada como si se tratara de un despido injustificado.
Estas licencias también se aplican a la madre en caso de un hijo enfermo, menor de edad y a su cargo.
      Por lo tanto la maternidad de la mujer trabajadora se encuentra protegida y albergada su garantía en las leyes argentinas.

El trabajo de la mujer en Argentina

viernes, 4 de noviembre de 2011


DESIGUALDAD SOCIAL EN ARGENTINA TIENE BASE DE GÉNERO
La desigualdad y la pobreza en Argentina se explican en buena parte por un mercado laboral discriminatorio para las mujeres, con déficit de normas que favorezcan su acceso equitativo y falta de aplicación de las existentes, aseguraron especialistas a IPS.
Andrea Balzano, responsable del área de Género de la oficina en Argentina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), afirmó que “el ingreso al empleo es el único evento demográfico y social que permite a un hogar salir de la pobreza”.
“En ese contexto, las mujeres tienen mucha menos probabilidad de vivir ese evento, y cuando lo viven, tienen menos posibilidades por su inserción en sectores informales y de baja productividad”, explicó.
Nueve de cada 10 madres de más de cuatro hijos que tienen trabajo en Argentina son empleadas en trabajos domésticos de limpieza, según datos de la oficial Encuesta Permanente de Hogares, con base en 2006.
Detalló que la ley vigente no prevé la licencia por maternidad para trabajadoras en el servicio doméstico, mientras que el resto de las mujeres empleadas tiene un permiso maternal de tres meses, con el pago de su salario por el Estado.
Además, incluso cuando están registradas legalmente como empleadas, las trabajadoras como servicio doméstico interno o externo perciben el bono de 60 dólares por hijo, una “asignación familiar” de la que sí se benefician las demás empleadas en el mercado formal, con cargo al erario público.
A ello se suma que tienen derecho sólo a la mitad de vacaciones pagadas y de la indemnización por despido establecida para otros sectores labores.
Pero lo peor es que sólo 20 por ciento de las mujeres que trabajan en el servicio doméstico están registradas por sus patronos ante las instituciones impositivas y previsionales. “En los últimos años, el empleo ‘en negro’ para este sector bajó de 95 por ciento a 80 por ciento, es decir, no se hizo mucho”, denunció Gherardi.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La mujer y las distintas etapas de la vida

En la Edad Antigua
Los deberes de la mujer giran alrededor de la casa. El epíteto de Homero de los «brazos blancos» y los frescos de la Edad del Bronce que muestran a las mujeres con la piel blanca y a los hombres tostados por el sol testifica que los trabajos de la mujer estaban orientados de puertas adentro. La señora de la casa es la que se ocupaba de la familia y del hogar. Las casas de Alcínoo y de Odiseo tenían muchas esclavas. Todos los alimentos se preparaban en la casa por esclavas y eran servidos por ellas.
Las ropas se hacían desde el principio al fin, en la casa, y en esta tarea estaban implicadas las mujeres de la realeza, e incluso las inmortales, así como las esclavas. Las mujeres maduras, solían sentarse junto al fuego a hilar y tejer. Este se situaba en el centro de la habitación principal de la casa. El hecho de que Homero muestre a Helena, Penélope o Areté sentadas junto al fuego significa que una mujer estaba totalmente al tanto de todo cuanto sucediera en su hogar. Es común encontrar a una mujer de la realeza tejiendo mientras entretenía a sus huéspedes.

En la Edad Media
El trabajo estaba destinado para todos aquellos que no guerreaban, ni rezaban.
Al estar una sociedad básicamente rural, la mujer ayudaba en las faenas del campo, con el resto de su familia. Así como colaborar con su marido en las labores de su trabajo.
Si la mujer abandonaba a su familia para trabajar por su cuenta, solía ser como criada. Dentro de este trabajo había distintas clases:
  • las damas de honor de la nobleza
  • Las sirvientas que eran el juguete sexual de sus amos. Éstas trabajarían en los peores trabajos, llevarían las ropas más humildes y comerían las sobras.
  • Las esclavas, que eran fruto del comercio humano que se da a lo largo de toda la época medieval. Con preferencia entre las mujeres orientales o blancas.
Había trabajos destinados especialmente a las mujeres como eran el hilado, que debían ser desencantados antes, o el horneado. Poseía un sueldo menor al del hombre.
Las muchachas se iniciaban en el trabajo entre los 6 y 13 años.
Como amas de casa, la mujer era el núcleo de la pareja y de la casa. La mujer común se dedicaba a hacer las tareas del hogar, y tanto las nobles, como las plebeyas, se encargaban de la educación de los hijos.
En el siglo XIII, la Iglesia inició una dura persecución de las prostitutas.
En el XIV y XV, algunos clérigos llegaron a decir, que los pecados carnales eran menores por venir por naturaleza.
Otros decían que como no sacaba placer de su trabajo, sino una recompensa monetaria, estaba libre de pecado.
Desde ese momento la prostitución es un servicio público, que algunos ven, como medicina, para “males”, como la homosexualidad o la violencia entra hombres y mujeres.
La prostituta abandona la clandestinidad y la marginación.
En la crisis de finales del siglo XV, al afectar a las capas más pobres de la sociedad, se dará un aumento de esta profesión.

En la Edad Moderna

En la nobleza y la alta burguesía, las mujeres nobles aprendían la doctrina cristiana, a leer y a escribir, costura y a veces, música. La educación se desarrollaba bien en casa, con sus madres o con profesores particulares, bien en conventos. Las amas de casa supervisaban la educación de sus hijos y dirigían a sus sirvientes. Las mujeres no podían formar parte de los ejércitos (aunque algunas desatacaron en el campo de batalla, como la famosa Juana de Arco), ni podían ser notarias, ni escribanas, como tampoco podían ocupar cargos de representación en los parlamentos locales. Únicamente podían participar en la supervisión de algunos hospitales. Tanto en las clases altas como en las bajas, la mujer destacaba por su papel de madre. La maternidad era su profesión e identidad. Las mujeres ricas tenían más hijos que las pobres para asegurar la descendencia y también porque tenían capacidad para mantenerlos. Siguiendo con las mujeres de las clases altas, existía una negativa generalizada a amamantar a los hijos, por lo que tenían sus propias amas de cría, que podían ser campesinas que habían perdido a sus hijos o ya los habían destetado y que necesitaban algún salario extra.
En las familias pobres, las mujeres realizaban cualquier tipo de tarea: limpiar, preparar la comida, cuidar de los niños o los animales (si los había), curar, tejer, etc.
Desgraciadamente, a lo largo de los siglos XVI y XVII, la mujer fue excluida de ciertas profesiones por los gremios. Se consideraba el trabajo femenino deshonesto e infamante. Las mujeres campesinas y de clases bajas siguieron trabajando, no obstante; y compaginaban las tareas agrícolas con las de la casa o con la artesanía rural, la carda o el hilado de la lana, etc. También podían dedicarse al pequeño comercio de alimentos, o al servicio doméstico (sirvientas, nodrizas, comadronas, etc.)


En la edad contemporánea

La mujer burguesa se convirtió en la reina del hogar y su poder se extendió a sus hijos y su marido. Este cuadro de Edgar Degas refleja bien ese importante papel. A partir de la Revolución Francesa, las mujeres comenzaron públicamente su actividad política y reclamaron derechos políticos y legales, tales como el divorcio, el derecho a recibir una educación completa y adecuada, etc. Con las revoluciones de los años 1830 y1848, la actividad revolucionaria de las mujeres francesas se reactivó, después del paréntesis de la Restauración. Sin embargo, hasta después de 1848 el feminismo no adquirió una nueva fuerza, cubriendo dos campos de lucha: por un lado, la acción política y la difusión de las ideas, por otro, la lucha por las mejoras salariales y las condiciones de trabajo, imbricándose con el movimiento socialista. La revolución industrial y la mujer Es interesante preguntarnos de qué manera la revolución industrial afectó a la condición social de la mujer, y comprobar si la industrialización significó una ruptura con su situación anterior. Para responder a estas cuestiones, debemos tener en cuenta que las mujeres que se incorporaron al trabajo industrial, durante el siglo XIX, eran una minoría dentro del conjunto de la población femenina global. Las mujeres no participaron en masa en la producción industrial, con excepción de las trabajadoras de las fábricas textiles. En Gran Bretaña, a mediados del siglo XIX, se calculaba un porcentaje de un 25 por 100 de asalariadas sobre el total de la población femenina. EI porcentaje era parecido en Francia e Italia. Hacia principios del siglo XX, el número aumentó ligeramente. ¿En qué sectores estaban ocupadas las trabajadoras asalariadas? La mayoría de ellas se dedicaban al servicio doméstico, la confección de vestidos y la industria textil, incluso en Inglaterra, el país precursor de la revolución industrial, el servicio doméstico era el sector que daba mayor ocupación a las mujeres de las clases populares. La industria textil algodonera aumentó la producción con la introducción y difusión de la máquina de vapor. Los empresarios vieron que era más competitivo agrupar a los trabajadores y concentrar toda la maquinaria en un mismo lugar. Par tanto, la fábrica supuso el final del trabajo a domicilio que venían realizando numerosas familias campesinas. La transición no fue sencilla y la familia campesina se resistió a abandonar el campo para ir a vivir a la ciudad.